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El inicio de la travesía
“El jueves salimos de Resistencia a las 6:10 de la mañana, bien tempranito. Íbamos súper tranquilas, parando cada tanto para descansar y sacar fotos”, contó Florencia. El destino: el paraje La Armonía, ubicado a la vera del Parque Nacional El Impenetrable, a unos 500 kilómetros de la capital chaqueña.
Sin embargo, como en todo viaje con sabor a aventura, no faltaron las anécdotas. “Teníamos que cargar combustible en Miraflores, pero nos olvidamos porque estábamos muy emocionadas por entrar al parque”, recordó entre risas. El entusiasmo les jugó una mala pasada: “Hicimos 30 kilómetros adentro y tuvimos que volver porque el auto estaba casi sin nafta. Cuando llegamos a la estación, el auto no arrancaba”, narró Florencia. Por suerte, una llamada a tiempo a su padre resolvió el problema.
Conexión con el monte y el alma
El paraje La Armonía las recibió con los brazos abiertos y con ese “silencio lleno de sonidos” que sólo puede brindar el monte chaqueño. Se alojaron en el Refugio del Monte, un espacio sencillo y encantador con cuchetas, ducha y baño compartido, ubicado a orillas del río Bermejito. “Desde que llegamos sentimos una conexión inmediata con el lugar”, explicó Ana.
“El monte nos unió. Las tres compartimos esa misma vibración, esa necesidad de desconectar del ajetreo de la ciudad y reconectar con la naturaleza”, agregó.
Una experiencia salvaje y respetuosa
Las actividades no tardaron en llegar. Kayak, senderismo, ciclismo y hasta caminatas nocturnas fueron parte de la propuesta. Pero un momento particular quedará grabado para siempre en la memoria de las viajeras.
“Íbamos remando en kayak, con la cámara lista, cuando nos encontramos con un yacaré enorme. Estaba tomando sol a la orilla del río. Nos acercamos en silencio para fotografiarlo, pero se tiró al agua directo hacia nosotras”, relató Florencia. Aunque la situación fue tensa, ambas remarcan la importancia de respetar a los animales: “Estamos en su hábitat. Nosotros somos los visitantes. El silencio y la observación respetuosa son fundamentales”.
Hospitalidad y desarrollo local
Lo que más sorprendió a Ana fue el crecimiento de la comunidad local desde su primera visita, hace cinco años. “En ese entonces recién comenzaban a vincularse con el turismo. Hoy los ves organizados, con actividades programadas, ofreciendo alojamiento, comida, artesanías y paseos guiados”, destacó.
La comisión de vecinos del paraje —presidida por Diego Boedo— organiza todas las actividades: kayak, senderismo, paseos en bicicleta y más. “Nosotras hicimos kayak con Jorge Luna, guía de sitio nacido y criado en el lugar, que además se capacita constantemente”, explicó Ana. En el camping La Fidelidad, también gestionado por vecinos, las recibieron con verduras asadas y carne con vista al majestuoso río Bermejo.
Comodidades para todos los gustos
La oferta turística en la zona es variada y para todos los bolsillos. Desde glamping con todas las comodidades, hasta espacios con plataformas para acampar con carpa propia. Además, los pobladores ofrecen comidas caseras, como el tradicional estofado de chivo al disco o los postres hechos con productos del monte.
“Nosotras llevamos picadillo, galletitas y hasta una pala. ¡Nunca se sabe!”, bromeó Florencia, quien además destacó que su papá le dio todos los consejos necesarios para estar bien preparada.
Artesanía, gastronomía y talleres
Otro punto fuerte del viaje fue la riqueza cultural. Participaron de un taller de elaboración de budín de algarroba en la Escuela-Taller de La Armonía, donde también compraron productos como harina de algarroba, miel de palo y dulce de chañar.
“La escuelita tiene una tiendita donde venden artesanías hechas por maestras criollas, qom y wichí. El domingo, cuando nos fuimos, los puestos estaban vacíos porque se vendió todo”, destacó con orgullo Ana.
También disfrutaron de una caminata nocturna, una fogata bajo las estrellas y una cena-show con música folklórica organizada por la Fundación Rewilding, que las invitó al viaje.
Un mensaje claro: el turismo responsable es posible
Ana y Florencia remarcaron que todo chaqueño debería conocer este rincón de la provincia. “Había visitantes de Córdoba, Buenos Aires, Entre Ríos… y nosotras éramos las únicas chaqueñas ese fin de semana”, contó Ana.
La temporada recomendada para visitar el parque es hasta septiembre. Para consultas, se puede contactar vía Instagram a @elimpenetrablechaco, desde donde derivan a los contactos adecuados.
“Nos fuimos con la intención de generar contenido para mostrar lo hermoso que es el Chaco. Y volvimos con el corazón lleno”, concluyó Florencia.
Para ver todo el viaje de Ana María, Florencia y Virginia visitá sus redes: @temuestro_otrochaco, @florenciacanal y @va.filmedition en Instagram.
Mirá la entrevista completa.
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