Borrachera y “perejil”: qué dijo la defensa de Gustavo Melgarejo para solicitar su absolución

La abogada Mónica Sánchez, defensora de Gustavo Melgarejo, el casero de Campo Rossi acusado de encubrimiento agravado en el femicidio de Cecilia Strzyzowski, sostuvo en su alegato de clausura que la fiscalía “no tiene una sola prueba seria” contra su defendido y que lo mantuvo en el banquillo “para que le cierre la teoría” del caso.

“Él es mi defendido, Gustavo Melgarejo, que se encuentra sentado allá como último orejón del tarro, como se dice”, arrancó Sánchez, mirando al jurado. Y remató: “La acusación no tiene prueba. La única prueba que creen tener es una llamada de 4 segundos cuyo contenido está solo en la cabeza de ellos”.

Peritos, distancias y quemazón: la defensa dice que nada lo vincula al fuego

La estrategia de la defensa giró alrededor de un eje: desmontar la idea de que Melgarejo haya tenido algo que ver con la incineración del cuerpo de Cecilia en Campo Rossi.

Sánchez recordó que presentó cuatro peritos, entre ellos a Daniel Bled, licenciado en Criminalística que trabajó más de 18 años en el Gabinete Científico del Poder Judicial y participó en los allanamientos del 10 y 11 de junio en el campo.

Según su declaración, en la casa donde vivía Melgarejo no se hallaron bidones, ni ropa con olor a humo, ni prendas con hollín, ni ningún elemento compatible con haber manipulado fuego o restos humanos.

El propio Bled, apuntó la abogada, describió que:

• entre la vivienda del casero y la zona de la quemazón había unos 250 metros,
• con árboles de entre 8 y 10 metros de altura y abundante vegetación,
• y que la vista desde la casa no era directa hacia el lugar del foco.

“La fiscalía quiso instalar que él tenía que ver sí o sí con esa quemazón, pero su propio perito del Poder Judicial, porque Bled fue perito oficial, dijo que Melgarejo colaboró y los llevó al lugar porque era lo único raro que vio”, remarcó Sánchez.

También se apoyó en la declaración del comisario de Puerto Tirol, que relató que el casero no ofreció resistencia al allanamiento y que él mismo indicó a los investigadores dónde estaba la quemazón.

La llamada de 4 segundos: “El contenido está en la cabeza de la acusación”

Una pieza de la acusación contra Melgarejo es una breve llamada que, según la fiscalía, habría hecho Gustavo Obregón al casero alrededor de las 21 del 2 de junio para decirle que “se encargue del fuego”.

Sánchez atacó ese punto:

• Recordó que el perito informático Facundo Toledo explicó que no existe registro del contenido de la comunicación.
• Que no se pudo determinar si la llamada fue atendida por una persona o por un contestador.
• Y que no hay forma científica de saber qué se dijo en esos 4 segundos.

“El contenido de esa llamada lo tienen en la cabeza la acusación no más. Eso no es prueba, es una suposición. Con eso quieren que ustedes lo declaren culpable de algo que no hizo”, dijo.

Fotos, metadatos y cerveza: dónde estaba Melgarejo la noche clave

Para contrarrestar la sospecha de que el casero estaba manejando el fuego en Campo Rossi, la defensa puso sobre la mesa evidencia digital. El licenciado en informática Marcelo Expósito analizó una foto y un video aportados por la propia defensa, extraídos del celular que Melgarejo usaba entonces y que fue entregado voluntariamente.

Según explicó, los metadatos de la imagen indican que:

• la foto fue tomada el 2 de junio a las 23:50,
• en la casa de la familia Ríos,
• y que coincide con el horario en el que la fiscalía sostiene que el cuerpo de Cecilia ya estaba siendo incinerado en el campo.

Melgarejo declaró que esa noche estuvo desde las 17 hasta pasada la medianoche tomando cerveza y compartiendo un asado con los Ríos. El anfitrión, un hombre mayor con problemas de movilidad, ratificó el relato en el juicio.

“Tomaron incontables cervezas, dijo él mismo, y lo vimos: alguien que está borracho, a 600 metros de distancia, entre montes y alambrados, no es la persona a la que se le encarga hacer desaparecer un cuerpo”, sostuvo Sánchez.

Otro perito, Plaquim, midió las distancias:

• 600 metros desde la casa de los Ríos hasta el portón del campo de los Sena,
• unos 13 metros desde ese portón hasta el límite,
• y luego los ya citados 250 metros hasta la quemazón.

“¿De verdad creen que, con ese estado alcohólico, de noche, entre ramas y monte, Melgarejo iba a estar manejando un fuego perfecto para eliminar rastros sin dejar ni una lesión ni una marca en su ropa?”, planteó la abogada, recordando que un médico policial declaró que el casero no presentaba heridas ni raspaduras, ni recientes ni de antigua data.

“Perejil”, sin organización ni vínculo con los Sena

La defensa también buscó despegar a Melgarejo de la supuesta “organización criminal” que, según la acusación, habría planificado el crimen.

Sánchez subrayó que:

• el casero llevaba apenas dos o tres meses trabajando en el campo,
• siempre contratado por intermedio de Obregón,
• y que no tenía trato directo con la familia Sena.

“Si ustedes usan la lógica, como les pidió la fiscalía, pregúntense esto: ¿le encargarían a un tipo que recién entra a trabajar, que está borracho y que apenas conocen, la tarea de hacer desaparecer un cuerpo? Yo no”, dijo.

También recordó que los propios peritos de cibercrimen no encontraron mensajes, llamadas ni chats que involucren a Melgarejo en conversaciones clave entre los principales imputados:

“Analizaron los celulares de César Sena, Emerenciano, Marcela, Fabiana, Obregón… En ninguno aparece Melgarejo. Si formaba parte del plan, en algún lado tendría que estar”.

“Tenía que estar acá como testigo, no como imputado”

Hacia el final, Sánchez se dirigió directamente al jurado: “Melgarejo tenía que estar hoy acá como testigo y no como imputado. Colaboró desde el primer día, señaló la quemazón, entregó su celular, no se fugó, no escondió nada. Lo único que tiene en su contra es la necesidad de que la teoría del caso cierre con alguien más débil: el pobre peón de campo, ‘por las dudas’”.

Y les pidió que piensen no solo en Cecilia —“porque justicia para Cecilia también necesita pruebas sólidas”— sino en el peón que lleva más de dos años y medio detenido, lejos de su hijo.

“Hagan justicia también por mi representado. Si no hay prueba, no puede haber condena”, concluyó.