Sabatini y la enseñanza que nos debemos
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Sabatini y la enseñanza que nos debemos

Por Ale Herrera.

La vuelta de la más grande exponente del tenis argentino a nivel mundial en un partido que, más allá del triunfo, dejó reflexiones que no deben pasarse por alto.


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31/05/2022
 /  libertaddigital.com
 -  Cultura  /  Redacción: Nahuel Bustos Domecq

Gabriela Sabatini jugó hoy por la mañana junto a Gisela Dulko un partido de dobles en el Torneo de Leyendas de Roland Garros. La crónica del partido dirá que fue debut con victoria por un doble 6-3 ante la dupla estadounidense conformada por Lindsay Davenport y Mary Joe Fernández. Los intangibles -como me gusta decir a mí- exceden por completo el análisis del partido y las lecciones que deberíamos tomar a la hora de analizar a un deportista, y juzgarlo como tal.

Porque fue un ejemplo de profesional, pero también dio sobradas muestras de humanidad que la destacaron del resto, en un deporte en el que siempre se tilda de egoístas o solitarios a quienes lo practican profesionalmente. La historia es conocida, y ya la contamos en una de las columnas: 30 de abril de 1993, Mónica Seles vencía a Magdalena Maleeva por el Torneo de Hamburgo y ratificaba la tendencia que se venía visualizando, que tenía todo para ser la nueva número uno del mundo, destronando nada más y nada menos que a Steffi Graff. Un fanático de la tenista alemana se metió a la cancha y apuñaló a Seles por la espalda, salvándose de milagro. Ante la imposibilidad de jugar en el circuito y ante la inminente pérdida de puntos por no defender los ganados en el año anterior, la WTA convocó a 17 de las mejores 25 tenistas del momento para votar por mantener o no el ranking de Seles; la votación fue 16 a 1 por no mantener el ranking, el único voto a favor fue de nuestra querida Gabriela.

Antes y después de ésta anécdota, Gabriela se cansó de ganar torneos logrando en total 27 títulos en singles y 14 en dobles, entre los que se destacan el Master de Nueva York en 1988 y 1994, Wimbledon en dobles de 1988 y el US Open en 1990, llegando a ser la Número 3 del Mundo en el Ranking WTA.

Sin embargo, por esa cosa que tenemos de no valorar a nuestros deportistas en el momento en que están activos, nunca se terminó de apreciar la importancia y el impacto que tuvo en el circuito. Si a eso se le suma que estamos en un país híper “futbolizado” donde los demás deportes importan solo cuando alguien sale campeón, el combo se vuelve peligroso.

Para dimensionar: sólo Paola Suarez en 2004, y Gisela Dulko en dobles han logrado en el tenis moderno ser Top Ten. Solo Guillermo Vilas y David Nalbandian han ganado alguna vez un Master (el torneo que a fin de año reúne a los mejores 8 del ranking), y solo Vilas y Juan Martín del Potro han podido ganar el US Open. Ni que hablar de todas las tenistas argentinas que se dedicaron a ese deporte por influencia de ella misma.

Pensemos, por un momento, lo que pasó con Messi y los cuestionamientos de que “no jugaba igual que en Barcelona”, Nalbandian y el “si se dedicara un poco más sería número 1 del mundo” y así podríamos seguir sumando cuestionamientos de las redes sociales y los medios que han desprestigiado a tantos deportistas argentinos.

Celebramos ésta aparición de Gabriela que a los 52 años tiró magia en el Grand Slam preferido de los argentinos, celebramos este merecido homenaje, y por sobre todas las cosas pedimos humildemente, que la disfrutemos, porque es nuestra, y porque dudo que volvamos a tener una igual.

En esta nota: #columnadedeportes

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